
Como dijimos hace unos pocos meses, una bufanda es algo más que una prenda de abrigo: es una gratificación económica casi secreta que se cobra por “los servicios extraordinarios efectuados por el personal, fuera de su jornada de trabajo”. Lo que debería ser una premio puntual por un trabajo extraordinario que se hubiera podido realizar en un momento dado, se ha convertido mayoritariamente en una forma periódica de callar bocas e hipotecar favores de unos pocos pero asiduos benefactores.
En contra de los principios de transparencia que tanto alardean algunos dirigentes, las relaciones de gratificaciones extraordinarias que reciben los empleados públicos no son públicas, es más, tenemos constancia que en algunos casos incluso se ha amedrentrado a algunos compañeros para recibir la información de las bufandas de su Consejería o Delegación Territorial.
Noticia relacionada en últimoCero. Escrito completo.
Se puede decir más alto pero no más claro.
ResponderEliminar